Es de sabios tener
paciencia, mas vale ser pobre y honrado, que
ser necio y tramposo, corrige a un sabio y te
ganarás su aprecio, corrige a un necio y te ganaras su desprecio. Los sabios frente a la franqueza responden de manera positiva.
No se resisten ni pelean contigo, ven la retroalimentación como un regalo, cuando
la verdad aparece, la persona sabia ve la luz, la asimila y hace los ajustes
necesarios. El sabio recibe los consejos que le ofrecen y después decide con plena libertad, el necio los rechaza y, además, busca demostrar que eran equivocados.
De todos es errar, sólo
del necio, perseverar en el error, Cuando el sabio comete un error dice: “Me equivoqué”, y
corrige. El necio responde: “No
fue culpa mía” y busca responsabilizar a otros. Ante los
resultados no tan esperados de sus actos, el sabio afirma: “Depende de mí y con esto trabajo”.
El necio exclama: “Es la
mala vibra de los otros”. El tonto sólo aprende a través del castigo, al que es sabio le basta con ser reprendido.
Cuando
el sabio sabe, sabe que sabe. Cuando el necio sabe, no sabe que sabe. El sabio,
cuando no sabe, trata de saber. El necio cuando no sabe, cree que sabe. Ante alguien que sabe más, el sabio lo respeta
y busca aprender de él. El necio siente envidia y piensa en los defectos que
puede encontrarle. Cuando hay complicaciones, el sabio busca una
mejor forma de hacerlo. El necio se conforma pensando: “Así se ha hecho siempre y no hay de
otra”."Así a funcionado siempre, y así seguirá"
El
sabio da su palabra y la cumple. El necio promete, construye castillos en el
aire, pero no hace nada. El sabio intenta también comprender como piensan los
demás, el necio cree conocer perfectamente pensamientos y sentimientos de los
otros. El sabio se plantea preguntas, el necio se cree capaz de ofrecer todas las
repuestas.
El
sabio está convencido que le queda mucho por aprender, el necio está seguro que
ya aprendió demasiado. El sabio es capaz de reconocer cuando comete una
estupidez, el necio, si es que se da cuenta, se esconde y se justifica. El
sabio, cuando se equivoca, asume su responsabilidad, porque sabe que se trata
de la única posibilidad para corregirse, el necio intenta culpar a algún otro y
así se condena a repetir males tras males.
El
sabio no compara las personas entre sí porque considera que cada una de ellas
es única, diversa y distinta, el necio encierra fácilmente las personas dentro
de las categorías: mejor, peor, más, menos. Tanto el sabio como el necio tienen
su parte de sabiduría y de necedad, respectivamente; el sabio lo sabe y acepta
en paz su parte de necedad, pero el necio la rechaza y quiere esconderla, por
eso será siempre traicionado por su necedad no asumida. Un necio consciente de su necedad es por tal
razón un hombre sabio, pero el necio que piensa que es un sabio es
verdaderamente un necio.
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