martes, 9 de julio de 2019

Los Sabios y los otros.


Es de sabios tener paciencia, mas vale ser pobre y honrado, que ser necio y tramposo, corrige a un sabio y te ganarás su aprecio, corrige a un necio y te ganaras su desprecio. Los sabios frente a la franqueza responden de manera positiva. No se resisten ni pelean contigo, ven la retroalimentación como un regalo, cuando la verdad aparece, la persona sabia ve la luz, la asimila y hace los ajustes necesarios. El sabio recibe los consejos que le ofrecen y después decide con plena libertad, el necio los rechaza y, además, busca demostrar que eran equivocados. 

De todos es errar, sólo del necio, perseverar en el error, Cuando el sabio comete un error dice: “Me equivoqué”, y corrige. El necio responde: “No fue culpa mía” y busca responsabilizar a otros. Ante los resultados no tan esperados de sus actos, el sabio afirma: “Depende de mí y con esto trabajo”. El necio exclama: “Es la mala vibra de los otros”. El tonto sólo aprende a través del castigo, al que es sabio le basta con ser reprendido.

Cuando el sabio sabe, sabe que sabe. Cuando el necio sabe, no sabe que sabe. El sabio, cuando no sabe, trata de saber. El necio cuando no sabe, cree que sabe. Ante alguien que sabe más, el sabio lo respeta y busca aprender de él. El necio siente envidia y piensa en los defectos que puede encontrarle. Cuando hay complicaciones, el sabio busca una mejor forma de hacerlo. El necio se conforma pensando: “Así se ha hecho siempre y no hay de otra”."Así a funcionado siempre, y así seguirá"

El sabio da su palabra y la cumple. El necio promete, construye castillos en el aire, pero no hace nada. El sabio intenta también comprender como piensan los demás, el necio cree conocer perfectamente pensamientos y sentimientos de los otros. El sabio se plantea preguntas, el necio se cree capaz de ofrecer todas las repuestas.

El sabio está convencido que le queda mucho por aprender, el necio está seguro que ya aprendió demasiado. El sabio es capaz de reconocer cuando comete una estupidez, el necio, si es que se da cuenta, se esconde y se justifica. El sabio, cuando se equivoca, asume su responsabilidad, porque sabe que se trata de la única posibilidad para corregirse, el necio intenta culpar a algún otro y así se condena a repetir males tras males.

El sabio no compara las personas entre sí porque considera que cada una de ellas es única, diversa y distinta, el necio encierra fácilmente las personas dentro de las categorías: mejor, peor, más, menos. Tanto el sabio como el necio tienen su parte de sabiduría y de necedad, respectivamente; el sabio lo sabe y acepta en paz su parte de necedad, pero el necio la rechaza y quiere esconderla, por eso será siempre traicionado por su necedad no asumida. Un necio consciente de su necedad es por tal razón un hombre sabio, pero el necio que piensa que es un sabio es verdaderamente un necio.

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